El puente de agosto, ese período en el que las playas se llenan de turistas y las temperaturas alcanzan niveles récord, es también el momento en el que se constituirán las Cortes de la nueva legislatura, sin saber aún cómo será la mesa del Congreso ni quién gobernará. Mientras tanto, el Partido Popular chapotea con el agua al cuello de los insuficientes apoyos y su socio, Vox, se desangra tras haber implantado un reguero neofascista en comunidades autónomas y ayuntamientos.
En este contexto, el cambio climático y la negación de sus efectos por parte de la derecha se hacen cada vez más evidentes. La Puerta del Sol en Madrid, convertida en un horno de cemento sin sombras por el alcalde Almeida, es un ejemplo de cómo el beneficio inmediato se antepone al futuro de nuestro planeta. Y no solo eso, sino que la sanidad pública, uno de los pilares de nuestro Estado de bienestar, se ve amenazada por la coalición PP-Vox, que pretende privatizarla y dejarla en manos de intereses particulares.
En este escenario de calma ficticia, el futuro gobierno de Pedro Sánchez, si es que se logra, se verá condicionado por sus propias alianzas y por la batalla antidemocrática de la justicia de parte. Sería necesario un cambio drástico, pero no parece que Sánchez vaya a intentarlo.
Mientras tanto, en el mundo, se suceden acontecimientos de gran relevancia, como el asesinato de un candidato presidencial en Ecuador, las revueltas en África contra sus falsos protectores o el cambio de manos de sus recursos a potencias como China o Rusia. Y en la historia, el puente de agosto ha sido testigo de eventos trascendentales, como la Masacre de Badajoz en 1936, la rendición de Japón en 1945 tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, la construcción del muro de Berlín en 1961 o la toma de Kabul por los talibanes en 2021.
En resumen, el puente de agosto es un espejismo de calma en un país al borde del abismo político y social, y en un mundo en constante cambio y conflicto. Es necesario estar alerta y no dejarse engañar por las apariencias, pues el futuro de España y del planeta está en juego. Y mientras los que pueden duermen y disfrutan de las bondades de la vida, es fundamental recordar que siempre hay cosas importantes ocurriendo y que es nuestra responsabilidad estar informados y actuar en consecuencia.